el eje de la conversión de Pablo. Ella dió valor a los discípulos dispersos, los reunió de nuevo, y los lanzó a testificar. En adelante tuvieron un Señor resucitado, en la exaltación de la gloria, pero siempre interesado en ellos. El Mesías del pueblo judío, en una realidad espiritual más profunda que lo que jamás imaginara la esperanza judía, realmente había vivido, muerto y resucitado para su salvación. Estas convicciones fueron profundizadas por las experiencias del día de Pentecostés. La naturaleza
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